Iniciativas como Saturday’s Good Life rompen esa barrera invisible, que nadie sabe quien ha edificado, pero que muchas veces existe entre el mortal de los humanos, amante de gozar, de disfrutar con un buen vino, y aquellos que cohabitan en un estadío superior, el catador, el entendido, hombres y mujeres que ponen nombre y adjetivos a las sensaciones que despierta un vino, tanto cuando nos lo acercamos a la nariz, como cuando lo sentimos transitar entre nuestras papilas gustativas.
Como decía, en la «xuntanza», que dirían los gallegos, acertadamente bautizada como Saturday’s Good Life se rompieron esas barreras, creando un clima armonioso y afable, sentando en la misma mesa a expertos catadores, con aquellos que quieren descubrir las esencias del mundo del vino, su placer, su comunión con la cocina, ya sea cocina en miniatura o platos de alta enjundia.
Ocurrió, el sábado pasado, juntando una veintena de personas en el Restaurante La Factoría de Majadahonda, un coqueto lugar regentado por el sumiller Angel Layos, un apasionado del mundo del vino, de su cultura y sobre todo de disfrutar en un ambiente cálido y amigable. Porque el vino es conexión, es afinidad, y ese ambiente es él que se respiró la noche del sábado 5 de Diciembre. Tuve la suerte de poder vivirlo y disfrutarlo.
La excusa para poder celebrar el primero de los sábados de la buena vida: conocer y catar una de la línea de cavas de larga crianza más consecuente y atrayente: Caves Mestres. Y disfrutarlos, además de catarlos, en la mesa, dejándonos enamorar por los platos, por las tapas, por las pequeñas recreaciones culinarias del Chef Kubi, esporádico colaborador del Restaurante, todo un placer que este local debería frecuentar más a menudo.
El reto estaba lanzado: estos son los seis cavas, sus fichas, demos forma a seis tapas que armonicen el paso de cavas, cavas criados, en alguno de los casos, durante más de 36 meses; cavas que han realizado su primera fermentación en barrica.
Placer y disfrute sentados en la misma mesa; grandes cavas, magníficos platos, tapas de exquisita presentación, de sutil elaboración, de delicada composición. Podría relatar cada miniatura con su cava (por lo que oí en la mesa a la gente de Viajeros del Vino, la cata piensan colgarla en su blog), pero lo que hoy quiero resaltar, es el ambiente, la familiaridad, «otro erotismo enogastronómico es posible». Sin grandes despliegues, sin montajes estruendosos, sólo con cariño, con convicción… y claro, con grandes vinos y fantástica gastronomía. Y por encima de todo ello, grandes personas, enormes corazones, pasiones enológicas, magnetismo para saber disfrutar en cualquier caso.
Y por poner nombres y agradecimientos a las personas, hablar de 3 protagonistas esenciales: Ángel Layos, amor sin condiciones hacia el vino; siempre buscando nuevos caminos, nuevas propuestas que den vitalidad a su local, a la zona, a este absorbente mundo. Chef Kubi, Miguel Cubillas, arte en estado puro, manos que modelan platos, que crean formas, texturas, propuestas llenas de sentimiento y sensibilidad. Y Antonio Rubio, amplio conocedor del mundo vinícola y mejor comunicador, maestro de ceremonias, o como saber llevarte entre copas de vino, sintiendo emociones.
¡Qué los sábados marcados por la buena vida, por el goce en torno al vino y la gastronomía, sigan existiendo en el 2010!