¡Qué gozada, poder disfrutar de unos tomates que huelen a tomate, qué ese herbáceo aroma de su planta, de la tomatera, active mis neuronas! Y el sabor? Mi paladar empezaba a olvidar esas gozosas sensaciones comprando los tomates en grandes e impersonales superficies comerciales.
Recuperar el sabor y los perfumes del campo, de la huerta; volver a proyectar imágenes de mi infancia en el tapiz de mi recuerdo, estampas de un niño correteando entre los surcos que su abuelo había abierto para que el agua llegara a a dar sustento a todas las plantas.
Experiencias y sensaciones que vuelvo a recobrar gracias a mi amigo Julián Ruiz, de Bodegas Ruiz Villanueva, radicado en Quero (Toledo); ferviente defensor y elaborador de los vinos naturales, para disfrute de los que pensamos que la tierra, el suelo, debemos mimarlo y no destruirlo, dedica su tiempo y su energía a todo tipo de plantaciones naturales, desde ajos a tomillo, pasando por lavandín o un rincón especial de huerto estacional, donde las verduras, y alguna fruta de secano, como el melón y la sandia, vuelven a exhalar aquello que nunca debieron perder: su esencia, golosa, refrescante, vitalista.
Ante esta emoción evolucionada en formato ensalada, los interrogantes pueblan mi masa gris. Pero una martillea mi cerebro sin descanso: si en la gastronomía, como en el mundo del vino, y en tantos órdenes de nuestra vida, la verdadera relación, la que realmente debe marcar el sentido, es la relación precio-placer, (placer producido a cambio de cuanto…?) ¿cómo es posible que estemos pagando ni siquiera un céntimo por un melocotón que nunca supo como podía proveerse de sabor, por un tomate, insípido como una bolsa de plástico o por un melón que no sabe que es el dulzor?
Juli, gente como tú, que nos rescata de la locura y la sinrazón del siglo XXI, y nos enseña que la agricultura natural, sostenible, rural, pausada y tradicional, son valores que no debemos perder, son la getne qeu debe enseñarnos el camino a seguir; desde tu querido Quero nos traes y aprovisionas, todas las semanas, de esos placeres hortofrutícolas, tendiendo un puente directo entre agricultor y consumidor final; y nos enseñas que el respeto a la naturaleza, el amor a la tierra, al sustento vegetal, no tiene porque ser ni un céntimo más caro que la realidad industrial de cualquier establecimiento. Gente como tú, Juli, personas de tu inmenso corazón y dedicación, son las que tenemos que tener siempre en nuestras oraciones, porque “la persona humana es lo que come (y lo que bebe)”.
El gran problema de la fruta y la verdura industrial, como muy acertadamente la denominas, Orlando, es que la recogen tan verde para que soporte kilómetros y kilómetros, y días y días, que va madurando, de manera artificial, en cámaras frigoríficas; ¡¡¡y eso no es maduración!!!
Esta gente de la que nos hablas, Orlando, cuando recoge la verdura?
Bss
Hay varias cosas que me emocionan del trabajo que Juli desarrolla en la huerta, Marisa, y una de ellas es que la verdura la recoge al instante de traerla a Madrid. Si la reparte el miércoles por la mañana, te puedo asegurar que la ha recogido el martes a última hora de la tarde.
Y otro gran punto a favor es la relación personal que crea con cada receptor de sus «criaturas»; para él no es vender verdura, es compartir una filosofía de vida, compartir parte de sus esfuerzos.
Hola Marisa y Orlando,
Me quedo a cuadros…! osea que yo corto un racimo de uvas verdes y maduran solas??? sin que les de el sol sin que la vid le aporte nutrientes?
Saludos.
Alfredo, creo que exageras en demasía; De mis palabras todo el mundo puede entender lo que quiero decir. O la fruta que se compra en muchos lugares de nuestro país, se recoge en su punto de maduración óptimo?
Cierto Marisa, he exagerado hace un año estuve en Mercamadrid y me enseñaron los plátanos (Bananas) y Melocotones prácticamente verdes que habían llegado por barco y los tenían en cámaras frigoríficas para su remate en la maduración.
Perdona. Un saludo.
Alfredo M.
Comparto la pasión por el tomate de huerta bien madurado. Es uno de mis placeres «publicos» del verano y lo disfruto como sólo se disfrutan esos placeres que son efímeros, que esperas durante tiempo con auténtico anhelo. Me los proporciona una amiga, cuyo marido sigue cultivando una pequeña huerta para deleite de su familia y de unos pocos privilegiados.
Su sabor es la clara coparación entre lo auténtico y lo artificioso.
Que no nos falten gente como mi amigo, como Julián Ruiz, al que conozco y se de su pasión por lo auténtico, por lo natural, por lo bien hecho.
Carlos
Y hablando de tomates, amigos, ayer publicaban, en las páginas de Madrid de El Pais, el siguietne artículo. ¿Nos dejarán coger algunas simientes para poner unos tomates en nuestra huerta?
Os dejo el enlace: http://www.elpais.com/articulo/madrid/busca/perfecto/tomate/castizo/elpepiespmad/20100826elpmad_9/Tes
un abrazote
Orlando, que grandes verdades las que comentas…….¡qué alegría encontrar gente que cuida los alimentos del campo!, esos que después nos gusta disfrutar en la mesa………….Le deseo una gran suerte a Juli, y que no descanse en su empeño
¡¡¡LA HUERTA AL PODER!!!