Mientras esperaba en la proa del barco que me iba a llevar de Ibiza a Formentera, escuché como una pareja comentaba, emocionada, la idea de poder disfrutar de lo que ellos llamaban «el último rincón paradisiaco del entorno mediterráneo». 35 minutos después empecé a saborear la sensación salina, turquesa y trasparente de la gloria terrenal, panorámicas donde el verde se entremezcla con los tonos ocres claros de la fina arena de las calas y con los impactantes notas intensas de las seductoras aguas que bañan la costa formenterense.
Un rincón de paz, de sosiego, un espacio donde el tiempo te susurra al oído, donde la brisa mesa tus cabellos mientras admiras, con la mente en blanco, panorámicas llenas de tranquilidad. Serena estampa, que acompañadas con una copa, puede llegar a crear el idilio perfecto.
Una pincelada armónica en esta lámina sublime: Cala Sahona, aires salobres que tonifican y refrescan una pequeña parcela de viñedos pertenecientes a Cap de Barbaria, pequeña bodega isleña que elabora un coupage magnífico; elegantes monastrelles de recorrido fresco, aires continentales y tonos marinos que da personalidad y diferenciación a un vino que combina la estructura y la amplitud aportada por la cabernet sauvignon, recuerdos frutales de la merlot y la sutil presencia floral, fragante, seductora, de la local fogoneu. Un vino elaborado en un lugar maravilloso, una coqueta y semienterrada bodega integrada en un espacio de agroturismo, donde se puede dar reposo al alma, entre viñedos y pinares mediterráneos, admirando el mar de fondo, o disfrutar de la atractiva cocina local, mientras la brisa del atardecer se cuela por los ventanales.
Cocina, la heredada en Formentera, basada en el aporte del mar, y donde, entre sus platos, podríamos destacar la «ensalada pagesa», cuyo secreto es tanto el «peix sec» (pescado secado a la orilla del mar, un proceso digno de contemplar y conocer en toda su extensión) como una especie de pan deshidratado, que concede un toque crujiente a la maravilla de huerta y mar compuesta en el plato.
Caminar por Formentera es penetrar en un sinfín de pequeños retiros propicios para la liberación mental, espacios que invitan a disfrutar de las melodías propiciadas por ese silencio que te arrulla el alma; ambientes como el Cap de Barbaria, un rincón inhóspito pero cargado de magnetismo, donde la masa arbolada te abandona para dejarte sin otra compañía que el estoico faro, impasible en su función, sereno en su labor de mudo testigo de reflexiones y emociones volcadas en el acantilado.
Rocoso encuentro con el Mediterráneo, un lugar placentero para dejarse seducir con la última elaboración de Bodega Cap de Barbaria, una exquisita y aromática golosina elaborada a partir de la pasificación de una uva balear llamada premsal blanc.
Formentera es lugar de sensaciones, de paroxismo pasional; sensaciones visuales, percepciones gustativas, agitaciones aromáticas, ritmos de vida admirables.
Viajeros del vino, una magnífica oportunidad para conocer este fantastico mundo. Yo como manchego te cedo mi voto en 20 Blogs, el blog es magnífico (incluyendo el diseño).
Un saludo.
Siempre quise ir a Formentera. Espero algun dia hacerlo
Verdaderamente es el Paraiso. Acabamos de llegar y ya estamos deseando volver a irnos. Después de largas jornadas de playa, buceo y snorkel, nada mejor que una buena cena. Mis recomendaciones en Sant Francesc: Can Carlos (www.cancarlos.com) con un servicio exquisito y una terraza increible (50 euros persona) y Ca Na Pepa (www.canapepa.com) con un delicioso patio interior y comida imaginativa con aires italianos (35 euros persona). Pero si queréis algo más económico y no menos encantador: en el Kiosko Ca Mari puedes cenar unas sardinas deliciosas, un vinito blanco y una fruta fresquita por menos de 20 euros. Después, un paseo por la pasarela de la Playa MIgjorn hasta el Ghecko para hacerte un mojito con fresas naturales. Espectacular
He identificado en tus palabras todo lo que sentí cuando estuve allí. Felicidades 🙂