Cuando Pilar, amiga de la infancia, nos dijo esta Semana Santa que organizaba una ruta por el casco histórico de Villena, no dudamos en apuntarnos. Más sabiendo que A Través, su empresa de servicios turísticos, organizaba el evento una manera original: ruta teatralizada por el Castillo y las callejuelas del casco histórico de Villena, ruta de tapas y visita con cata a la bodega Francisco Gómez.
Nos pusimos manos a la obra y decidimos reservar una noche en el Hotel Villa de Biar que, a través de Booking, tenía una oferta más que interesante. El hotel es uno de los mejores de la zona, sin desmerecer a la Fasana, más pequeño pero con más encanto. Después de tapear el sábado en el bar «El Rabal» en Biar (imprescindibles sus albóndigas caseras), una larga siesta, y cenar con los viejos amigos de Villena, nos recogimos (más tarde que pronto) para acudir a nuestra cita a las 11:00 del domingo en el centro de recepción de visitantes de Villena, a las faldas del Castillo.
La vista teatralizada es muy amena. Guiados por Pilar, y acompañados durante el recorrido, a golpe de trompa-vuvuzela, por un pregonero la mas de simpático, empezamos por el Castillo de la Atalaya, donde dos actores y algún espontáneo (requieren la ayuda de algunos miembros del público), nos representaron, entre leyendas e intrigas palaciegas, las historias que dieron origen a la ciudad de Villena. Muy interesante, didáctico y entretenido.
Bajando del castillo, perdidos entre las callejuelas, el pregonero va haciendo su trabajo, convocando a los visitantes de plaza en plaza, leyendo a los presentes los hitos históricos de la ciudad a golpe de pregón. En una de esas angostas calles, Pilar nos había preparado una sorpresa muy especial: La visita a la «bodega del Caracol». Una antigua bodega familiar, recuperada con mucho trabajo, donde pudimos degustar la tradicional «gachamiga villenera« acompañada con buen vino mesonero y jamón. Ideal para abrir el apetito: «paso para adelante, un pellizco con pan y paso para atrás». Acabada la visita en la plaza Mayor, con la historia del Orejón y su torre, llegaba la ruta de tapas.
A cada visitante se le proporciona con el ticket (3’50 euros), la posibilidad de tapear por 4 de los bares-restaurantes de la ciudad, donde por 2 €, recibes vino (o cerveza) y tapa. Impresionante el cazón en abobo del «Restaurante Miguel Ángel» y el Sauvignon blanc de Francisco Gómez. De bar en bar, tapeando, no hace falta comer y entre charlas y encuentros con grupos de compañeros de visita, nos dieron las 5 de la tarde.
La jornada se cierra con la visita a las bodegas Francisco Gómez. Hectáreas y hectáreas de viñedos en espaldera, a 7 kilometros de Villena, donde la uva monastrell reina sobre las demás. La bodega es grande, muy cuidada, con un patio central para la recepción de visitantes, amplia tienda, capilla subterránea y torre mirador.
Llaman la atención la sala para el Fondillón alicantino y el laberinto de nichos para el club de vinos. Lo que más nos gusto: la cata. Cinco vinos: un blanco, dos tintos y dos dulces. Personalmente, me encantó, además de Fruto Noble (blanco 100% sauvignon blanc) el Boca Negra, monovarietal de monastrell, complejo, redondo y con toda la fuerza de esta gran uva del Mediterráneo.
En resumen, un fin de semana para recordar, lleno de experiencias, gastronomía y reencuentros con viejos amigos. Una forma de hacer enoturismo apta para todos los bolsillos, original y completa. No lo dudéis, si queréis pasarlo bien, se repite todos los últimos domingos de cada mes. Sólo tenéis que llamar a Pilar y reservar vuestra plaza: 965 34 35 66.